La salud del mensajero

En la época del imperio azteca, los painanis eran los mensajeros que estaban consagrados al dios Paynal, ellos recorrían largas distancias para llevar algún mensaje que se dividían en tres niveles de importancia, ceremonial y religioso, los yciucatitlantli, que eran los correos exprés, donde la rapidez en el envió de la información era de vida o muerte y los tequihuatitlantli, con cierto grado dentro de la jerarquía militar, informaban del desarrollo de una batalla. Ellos tenían grado militar y eran muy respetados por la comunidad, en la mayoría de los casos provenían de la nobleza, y el estatus de confianza en ellos era alto.

En épocas de COVID-19 donde la información es parte fundamental para todo el mundo, los periodistas corren en silencio un peligro que aún no se magnificado, hasta el 1 de abril mas de 50 reporteros habían muerto en el mundo a causa del coronavirus, ya sea por el virus o por cubrir la nota en alguna parte donde el gobierno ejerce un nivel limitado de libertad de expresión.

Fotógrafos, camarógrafos, reporteros, recorren con temor las calles y hospitales en busca de información para los medios de comunicación para los que trabajan, en muchos de los casos sin ningún tipo de seguridad social que los respalde. Muchos de ellos lo hacen por el salario mínimo, sin algún bono extra que los motive por cubrir en el primer frente de la pandemia.

 A la mayoría de los gobiernos les ha pasado por alto la salud de los informadores, dan por sentado que ellos deben de cubrir la información que los gobernantes emiten sin siquiera tomarse la molestia de preguntarles a los mensajeros cuáles son sus necesidades primarias.

Las afectaciones en el tema psicológico de los periodistas es otro de los frentes que debemos enfrentar tarde o temprano, el estar expuestos día con día con cifras, testimonios, efectos y consecuencias de la pandemia, en algún momento cobrará factura a todos los compañeros que están sumergidos en la ola interminable de las malas noticias del COVID-19.

Tampoco he visto hasta la fecha a ningún colegio de periodistas, asociación alguna o universidad que pretenda analizar los efectos de la cobertura de la pandemia en los periodistas. La saturación de información es como los continuos golpes a la cabeza de los boxeadores, a los cuales, a la larga les resultan en lesiones incurables.

Sabemos que en esta sociedad se responde después del niño ahogado, no falta mucho para que algún compañero reportero sea la noticia, ya sea por cometer suicidio, o por golpear a algún integrante de su familia o por cometer algún delito que lo ponga en el ojo del huracán, ahí es donde los puristas alzarán la voz para crucificarlo y condenar sus actos sin saber siquiera cuales fueron los motivos que lo orillaron a realizarlo. Estamos a tiempo de hacer algo por el mensajero, y como en la época del imperio azteca, darle el justo valor al trabajo que desempeña.

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