Columna Roja

Gustavo Ramos

El virus de la desigualdad

Día “X” de la cuarentena, los distintos gobiernos en los tres órdenes someten a la población a un bombardeo mediático nada alejado de la propaganda bélica de la segunda guerra mundial, cuando llamaban a todos los ciudadanos a cerrar filas contra el enemigo, ahora exhortan a frenar la propagación de un virus que nadie sabe a ciencia cierta, de donde salió, pero hay una consigna a nivel mundial que se repite hasta el hartazgo en casi todos los países, ¡quédate en casa!, aunque millones en todos el mundo, no tienen casa.

Y es que culturalmente, la idiosincrasia elitista se manifestó desde los primeros días que el gobierno mexicano llamaba a la cuarentena, así como a las empresas permitir el trabajo en casa, y en otros casos, a suspender sus actividades, de no ser esenciales, los llamados “godinez”, así como burocracias, oficinistas, fueron los primeros en resguardarse en sus hogares, con tiempo suficiente para surtirse de víveres, la imágenes de personas abarrotando los centros comerciales de mayoreo, a los cuales no toda la población tiene acceso, de decenas de personas haciendo filas, con papel de baño, agua, toallitas de limpieza, cloro, gel antibacterial, que acapararon y agotaron los estantes.

Mientras esto sucedía, la mayoría de la población laboralmente activa, desconocía o se mantenía incrédula de la magnitud de lo que pasaba, los medios de comunicación aún mantenían una línea editorial de contraste con otros países, las áreas productivas más grandes del país se mantuvieron activas, los primeros en aplicar la cuarentena fueron las administraciones públicas las cuales adelantaron una semana a lo que debió ser “las vacaciones de Semana Santa”.

Sin embargo, las distintas autoridades comenzaron con la propaganda sanitaria y la consigna “quédate en casa” comenzó a sonar, no conforme con el bombardeo mediático, en la actualidad, el poder de las redes sociales tomó fuerza, y distintos usuarios hicieron suya la consigna, al grado de criticar a quienes aún se mantenían activos, independientemente de si era por cuestiones laborales o lúdicas.

El cierre de negocios y mercados, ante la consigna fue y es un duro golpe a la economía mexicana, pues la mitad de los mexicanos sobreviven de la economía informal, los que viven al día, quienes no pueden detener sus actividades, no tienen ahorros ni la capacidad de surtir sus alacenas para una o dos semanas, ante la voracidad de las compras de pánico de quienes tienen la capacidad adquisitiva para resguardarse para “el fin del mundo”.

No se diga de la clase obrera de la frontera norte, quienes actualmente libran una batalla no solo contra sus patrones insensibles y las autoridades omisas, sino contra su propia resignación social, los paros laborales son un dolor de cabeza para el sector maquilador, sin embargo, se ha convertida en la única arma que tienen, no solo para hacer valer sus derechos, sino para salvar su vida y la de sus familias, es terrible que las plantas de la manufactura continúen sus operaciones, cuando ya hay infectados y muertos que se contagiaron en las líneas de producción, mientras unos pocos que se les permitió la cuarentena, se les pagan porcentajes menores a su salario íntegro, son contadas las empresas de la manufactura que han respetado totalmente el decreto presidencia.

Mientras unos pocos presumen sus vidas en sus hogares, matando el tiempo en las redes sociales, para alimentarse de lectura, hacer dieta ejercicio, otros en su desesperación que se acumula, ven como su poco dinero se acaba, además de la incertidumbre de mantener su trabajo o regresar.

La cosa no termina ahí, las autoridades federales y estatales prepararon el regreso a clases de manera virtual, en un hecho que para algunos es perfecto, dinámico, fresco y hasta productivo, como en alguna serie futurista, sin embargo, y aunque las autoridades intentan agregar al programa todos los medios posibles para un mayor alcance, en México, millones en condiciones de pobreza no cuentan con una computadora, o tablet, internet o incluso, acceso a energía eléctrica.

La estrategia del gobierno federal podría parecer la indicada, dirigir la mayoría de los recursos a las clases más desprotegidas y abandonadas durante décadas y gobierno neoliberales, sin embargo, en un país de más de 60 millones de pobres, los 20 millones que busca la Cuarta Transformación beneficiar al final del 2020, aún es poco, y las actuales circunstancias parecen insensibles a la realidad de México.

Estas condiciones de desigualdad se han exacerbado en la actual cuarentena, no solo en lo económico, sino en lo cultural, la oposición en México desde la clase más acomodada, conservadora y egoísta, critican al gobierno federal por destinar millones de pesos a becas y apoyos sociales, desde antes de la contingencia, por otro lado, se quejan y critican que el Estado mexicano no destine o aplique rescates como en el pasado, con cargo al pueblo de México a través de deuda, mientras despiden a sus empleados, se resisten a detener sus actividades aunque no sean esenciales, no se diga de aquellas corporaciones que se niegan a pagar sus deudas con el SAT.

No es Andrés Manuel López Obrador el que contrasta la realidad mexicana cada día más, sumado a la crisis económica mundial por la parálisis del mercado debido al virus, los grises parecen desaparecer entre el blanco y el negro, las condiciones sociales de un sistema de consumo y deuda que parece fenecer por el propio modelo de mercado, donde las ganancias de unos pocos surgen de las jornadas laborales de millones en todo el mundo, ahora más que nunca, se demuestra que la base de la riqueza y la producción, son los trabajadores.

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