Autismo y Depresión

Las personas con autismo tienen cuatro veces más posibilidades de desarrollar depresión que la población general y es considerada la afección de salud mental más frecuente en personas con trastornos del espectro autista (TEA). Es difícil reconocer la depresión en personas con TEA, en quienes, en general, se expresa en forma diferente a las que tienen desarrollo típico. En ellos, la depresión puede manifestarse con inquietud e insomnio y no con sentimientos de tristeza, por ello es esencial estar atentos y no justificar todos los problemas al autismo.

Los adultos y jóvenes con TEA tienen niveles más altos de casi todas las características de depresión, esto puede generar sobrediagnóstico o subregistro de depresión. Los adultos con autismo tienen un riesgo aumentado de experimentar pensamientos suicidas, planificarlo, llevarlo a cabo e incluso fallecer por suicidio. Muchos de ellos tienen antecedentes de depresión, padecimiento de hostigamiento y sensación de soledad. Es fundamental la detección temprana de depresión, desarrollar herramientas adecuadas para su diagnóstico y generar conciencia de riesgo de ideación o suicidio.

Considerar la posibilidad que una persona con TEA sufra depresión y estar alerta sobre la posibilidad de que la padezca, no pensar que todo lo que expresa conductual y cognitivamente está directamente relacionado al autismo. Es importante saber que la depresión puede no manifestarse de la misma manera que en las personas con desarrollo típico y desterrar el concepto de que las personas con autismo no pueden sentir emociones fuertes (depresión, tristeza, angustia, etc.). Las personas con autismo tienen cuatro veces más posibilidades de desarrollar depresión que en la población general, considerándose la afección de salud mental más común entre ellas.  El trastorno del estado de ánimo puede tener consecuencias devastadoras en la calidad de vida, y aumenta el riesgo de pensamientos y comportamientos suicidas en adultos con autismo, es por ello que la detección de la depresión es crítica. Por otra parte, la depresión es más común en mujeres con TEA y esto probablemente esté relacionado a un diagnóstico más tardío de las mismas, abordajes inadecuados por falta de detección, su propia conciencia de dificultades sociales y la tendencia a “camuflar sus síntomas para encajar mejor socialmente”

Uno de los desafíos es reconocer las manifestaciones relacionadas a la depresión en personas con TEA. En ellos la depresión puede evidenciarse con inquietud e insomnio y no manifestarse con sentimientos de tristeza. Tener en cuenta que los rasgos asociados con el autismo pueden superponerse con algunos síntomas de depresión, haciendo que los signos verdaderos de depresión sean difíciles de detectar. Por ejemplo, el retraimiento social, las dificultades para dormir, la falta de expresión de afecto y el déficit de contacto visual están asociados con la depresión y con el autismo.

El solo pensar en las dificultades sociales, el padecimiento de hostigamiento, la necesidad de camuflar sus problemas, la insatisfacción respecto de encajar socialmente, el no ser convocado por pares, no poder lograr una vida afectiva o de pareja, dan una idea del sufrimiento que pueden padecer las personas con TEA, su posible depresión y los consiguientes pensamientos que pueden llevarlo a ideas, intentos o incluso al suicidio.


Argelia García

Madre de una persona con Autismo

Fundadora y Directora de Tu Mundo Es Mi Mundo

Asociación sin fines de lucro

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